JUEGO DE ALMOHADAS

Estándar

Image

Hay siete almohadas en mi cama y eso implica, sí o sí una pelea nocturna y cotidiana por ver cuál es la que mejor se adapta a mi cabeza, quien es la favorita. De entre ellas una me hará dormir. Sin embargo, ¿sabré quien será? Cada noche es una distinta. Mis almohadas no tienen los roles asignados. A veces duermo con una o dos, hay períodos que estoy con otra distinta. Soy infiel en cuestión de almohadas. Algunas me apoyo en tu pecho, de hombre de ideales antiguos, desconocedor de las últimas tendencias en el mundo de la metrosexualidad, ignorante de la crema de caviar, limpito de agua y jabón. Con ese olor a casa con manzanas, otoño de granadas y castañas. Olor a cotidiano, sin aspiraciones snobs.

Hay siete, siete almohadas en mi cama de ciento sesenta centímetros, donde cabe mi mundo. Donde vivo y muero cada día un poco. Un poco más vieja a cada instante, un poco más cansada cada noche, un poco menos alegre cuando las cosas no van bien, un poco menos triste cuando van. Parece, eso sí, que un poco más sabia.

Algunas veces tengo tanto miedo que tengo que dormir con tres. Una para soportar el peso de mis afanes. Una en mi espalda, que suple las ausencias de toda una vida. Una en mi pecho, que me corta la respiración y abraza mi corazón en ocasiones lacerado y cojo.

Siete almohadas donde mi cerebro se pierde en las veredas del sueño. Siete conocedoras de mis desvelos, mis anhelos, mis buenas y malas luces. Y tu sueño apacible. Y nuestros hijos enredados en mi pelo descansando para siempre. Y tu risa sincera al despertar. Y los besos que se pierden entre mi boca y las siete almohadas.

Ya no sobrevuelan mariposas mi cama. Apenas hay pugna entre cardias y la mente. Pienso y siento a partes iguales.

No es esta una declaración de amor, sino de principios. Una conjunta manifestación de mi cerebro y las almohadas. Los anhelos y las realidades en el preciso instante en que me despierto, sin saber aún si es de día o de noche.

No quedan rastros de olor a casa con manzanas ni a otoño de granadas y castañas sobre las fundas de hilo de mis siete compañeras de viaje.

Un comentario »

Deja un comentario