CREMA DE LIMON

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La vida es crema de limón. Postre antiguo, antojo de media tarde que mi Tata hacía como nadie.

Los ingleses le llaman Curd Lemon y se pirran por ella, es probable que la sirvan con el té de las cinco. Pero en mi casa, de toda la vida de Dios se ha llamado Crema de Limón. Se hacían enormes bandejas para el postre de los domingos. Ácida y amarga a la vez, la Crema de Limón es la vida dentro de la vida misma.

Mi Tata también era crema limón. Complaciente pocas veces, ácida siempre, dulce en el interior y astringente, como castellana de adopción esa extremeña blanca y pequeña. -De Medellín, Partido Judicial de Don Benito- decía al presentarse. –Para servir a Dios y “usté”- Pero atea practicante (que de lo otro jamás le vi practicar) y socialista de corazón, pero de hecho clasista. Jamás la vi sentada en la misma mesa que yo fuera de una cocina. Y, sin embargo, mi corazón está con ella a diario. La pienso y tarareo. Aún hoy sus cosas me hacen reír. No pasa un solo día en que mi cabeza no se vaya un instante al hueco vacío en mis costillas. El hueco de su abrazo y sus manos ásperas.

Qué lejos me llevan los olores, los sabores de mi casa.

Cojo una cucharita de las de té del cajón y la sumerjo en esa pasta amarilla y blandita. Esa pomada que cura todos los males. Cierro los ojos mientras la saboreo. Y no paladeo, viajo. Me voy lejos, lejos. Cada vez más. El patio de la casa y los rosales, a la parva del río seco y el olor de tu camisa mientras dormías a mi lado, en la habitación de los niños.

La vida se llena de ausencias cuando mi Lemon Curd ya se ha deshecho en la boca. En estos tiempos raros, cargantes y sucios en los que no hay escapatoria posible a la grisura, mi pomada bendita me salva de tanta mediocridad. Me da colores ácidos y amargos, mantequilla, azúcar y huevos para remover la miseria con cuchara de palo.

Es esta una receta-bomba. No ya para justificar mi nostalgia en un día tan señalado en que el pasado nos cumple cien otoños. Ni para contarte que la vida es un asco, que la crisis nos come la nada que tenemos y aún prometen recortarnos más. Pero tú de esto sabes, “joía”. Era sólo para que supieras de una forma fehaciente que pienso en ti todos y cada uno de los momentos de mi vida. Te llevo en mis entrañas, en mi alma, en mis tripas y en la ausencia que has marcado en mis costillas.

No hay un vacío de ti, sino una plenitud, una llenura de recuerdos esparcidos por todas las esquinas de mi alma. Suerte que aún me queda memoria y sé hacer crema de limón.

Un comentario »

  1. quiero la receta! ahora mismo!
    me acuerdo perfectamente que hablamos sobre la crema de limón en Palencia, y que quizas ya me la escribiste….

  2. Tu infancia fue nuestra juventud, nos has quitado 40 años de encima.
    Preciosos y emotivos recuerdos que nos sirven para seguir el camino.
    Un beso enorme.
    Doyagues.

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